En esta ruta descubrirás muchas de las 38 playas con las que cuenta la ciudad de Vigo, desde preciosas calas hasta grandes arenales, entre ellos, uno de los iconos de la ciudad, la Praia de Samil.
Aunque cada año este dato se actualiza, Vigo es la ciudad española de más de 100.000 habitantes con más playas con bandera azul.
No incluimos en este grupo las nueve playas del paraíso de las Islas Cíes.
Empezamos haciendo una parada en dos de las playas del barrio de Alcabre, La Praia de Carril, situada a los pies de la finca Miramar en la que te encuentras y la Praia de Santa Baia, a continuación.
Separadas por un pequeño conjunto rocoso y rodeadas por una senda verde, son unas playas semiurbanas en las que predomina el ambiente natural sobre el urbano.
Ambas presumen de bandera azul y te adelantan la tipología de playa del entorno de Vigo, arena fina y blanca sobre la que descansan las olas del “Mar de Vigo”. Refrescante agua atlántica que, así como te adentres en ella te recordará donde tienes los tobillos…
Continuando el paseo por el litoral y sin salir de la parroquia de Alcabre nos encontramos A Praia do Cocho, entrañable y tranquila playa situada al lado del Museo del Mar, construcción que le proporciona un abrigo privilegiado.
Refugio de pequeñas embarcaciones de pesca, esta playa también se conoce como Praia do Matadeiro, recordando anteriores usos de los edificios del Museo del Mar.
Pasando uno de los museos más interesantes de la ciudad (visita muy recomendada para entender el desarrollo social e industrial de Vigo) nos encontramos la Praia da Mourisca, otro arenal muy recomendable para pasar una jornada de playa con los peques.
La siguiente playa que nos encontramos es la Praia dos Olmos, que debe este nombre a los árboles de esta especie plantados al lado de la carretera de acceso. Hasta los años 20 del siglo pasado hubo una fábrica de salazón y un muelle en el que se descargaba pescado, pero hoy en día su actividad económica se centra en el ocio.
Si por algo destaca esta playa es por sus vistas de la Ría y de las Islas Cíes. Tanto en la propia playa como en cualquiera de los bares que se fusionan con ella puedes disfrutar de unas increíbles puestas de sol.
Nos despedimos de Alcabre haciendo una parada en A Praia do Tombo do Gato, más conocida como Playa de la fuente entre viguesas y vigueses. Playa muy animada y juvenil a la que el entorno natural que la protege le otorga un encanto especial.
Te dejo descubrir a ti a su vecina Praia da Espedigrada, en la que “pedras non faltan” y que se encuentra a los pies de un frondoso pinar en el que hacer una parada para disfrutar del merecido picnic.
Atravesamos el pinar pedaleando sobre el paseo siempre cubierto de arena y flanqueado por dos columnatas de “piñeiros” para llegar a la playa más conocida de la ciudad, la Praia de Samil.
Su longitud de 1,5 Km la hace una playa ideal para dar unos relajantes o deportivos paseos por la orilla.
Además de ser la playa más grande de Vigo es sin duda la más familiar, puesto que su gran cantidad de servicios hacen que sea perfecta el disfrute de los más pequeños.
Dejando de lado valoraciones sobre la integración de todos estos servicios con el medio natural, lo que está claro es que tanto las tres piscinas para niños como las pistas de baloncesto y patinaje tienen un éxito indiscutible.
Como buena playa galiforniana ofrece lugares en los que puedes broncearte mientras te tomas un cóctel y restaurantes americanos en los que tú tardas más en decidir qué vas a comer que ellos en elaborar el menú. Cosas del Lean Manufacturing aplicado a la cocina…
Como prueba de que el auténtico disfrute está en las cosas sencillas, te propongo una parada en uno de los bancos del concurrido paseo. Con esas esas vistas y un helado…
Dejamos atrás la popular playa de Samil cruzando el principal río de la ciudad, el Lagares. Este río desemboca en la Ría de Vigo formando unas marismas y separando a la playa de Samil de los arenales de Praia Calzoa y Praia da Foz. Podemos considerar a estas últimas las playas caninas por excelencia, puesto que son las únicas en las que nuestros mejores amigos pueden disfrutar de un día de playa cualquier día del año.
Este no es un detalle menor en la ciudad de Galicia con mayor número de perros. En el año 2018 en Vigo había más perros que niños, y no pocos, unos 12.00.
Continuando por el litoral y alejándonos del corazón de la ciudad nos vamos elevando respecto al nivel del mar, lo que nos otorga una perspectiva diferente y unas muy buenas vistas de los arenales que hemos dejado atrás, de parte de la ciudad, y de la Ría que quien te escribe no se cansa de admirar.
Ya en terreno horizontal, algo que agradecen nuestras piernas, nos acercamos a dos playas en las que encontraremos una arena todavía más fina y blanca, que junto al agua cristalina te transportarán a algún país caribeño. El contacto con esta agua cristalina te devolverá rápidamente al viejo continente.
Estas playas son la de Fechiño y Praia de A Fontaiña, también conocida como playa de la sirenita por la escultura que preside su acceso. Encontrarás algún texto que describe a esta última como uno de los secretos mejor guardados de los vigueses. Creo que no se equivocan.
Siguiendo la línea de playas preciosas y solo separada por un pequeño conjunto rocoso, nos encontramos la Praia do Baluarte en la que podemos tomar el sol como nuestra madre nos trajo al mundo.
Caracterizada por su finísima arena blanca y por ser una de las playas más bellas de la ciudad, la Praia do Vao es sin duda la playa de los jóvenes. Con sus 45 metros de ancho es la que más libertad nos da para practicar todo tipo de deportes en los que le puede caer una pelota encima a alguien.
Quizás a base de pelotazo la leña verde se haya ganado su sitio.
Destacamos su recuperado campo dunar que la convierte en una playa salvaje en un entorno semiurbano. En esta zona en la que ahora la naturaleza trabaja sin limitaciones, en el pasado hubo hasta tres campos de fútbol, utilizados para un campeonato muy vigués, el “Campeonato de Playas”, que vivió años de gloria y que hoy en día sobrevive gracias a viejas glorias.
A este campeonato y a su creador y principal valedor, el concejal Antonio Nieto Figueroa (Leri) debemos agradecerle que muy posiblemente hayan salvado la zona de la urbanización de tan golosa localización.
A 400 metros de la Praia do Vao y con unas vistas privilegiadas de esta, nos encontramos la pequeña Isla de Toralla, bien conocida por los seguidores de las aventuras del inspector Leo Caldas. Personaje al que da vida el escritor Domingo Villar en una saga policíaca que describe de una manera brillante la ciudad de Vigo y su entorno.
Viguesa, pero no de los vigueses, la Isla de Toralla ha pasado por diversas manos, siendo inicialmente propiedad del Obispado de Tui. El hecho es que hoy sigue siendo privada, lo que no nos impide disfrutar de una pequeña playa, muy tranquila y protegida del viento a la que podemos acceder a través del puente y que nos proporciona unas bonitas vistas de O Vao.
A los pies de este puente, en el lado peninsular, nos encontramos otra joya del patrimonio de la ciudad, la Villa Romana de Toralla (s.IV y s.V d.C.), que actualmente es la única villa romana de Galicia completamente excavada. Situada en la antigua Finca Mirambell, propiedad de esta familia que, de hecho, fue la que halló los primeros restos de este yacimiento arqueológico en Vigo, en los años 20 del siglo pasado. Se pueden apreciar las diferentes estancias de la casa, las salinas y un complejo sistema termal que denota la elevada posición social de sus moradores. Puedes conocerla con la vista perimetral y la información de los paneles o a través de las visitas guiadas.
Continuamos nuestra ruta pasando por la playa de Canido donde destacamos la playa con un pequeño paseo y con múltiples opciones para tomar algo o disfrutar de un buen menú gallego.
Podemos adentrarnos en el puerto pesquero y deportivo antes de avanzar hasta la que será la última parada de nuestra ruta.
Dejamos a nuestra derecha la Praia de Fuchiños y tras callejear por una zona urbanizada en la que te encontrarás construcciones interesantes y otras muy representativas del feísmo de la arquitectura gallega, eso sí, en este caso, feísmo del caro, llegamos a Cabo Estai.
Este rocoso cabo presidido por un colorido faro es un espectacular balcón a la Ria de Vigo desde el que disfrutar de una vista privilegiada de las Islas Cíes y de las playas del ayuntamiento de Nigrán.
Destaca también el edificio del Centro Oceanográfico de Vigo. Yo también me pregunto si su uso justifica su ubicación.
Dejando esa duda literalmente de lado, la recomendación en este punto no puede ser otra que, sentarse en las rocas ante esta espectacular vista de las Islas Cíes. Vista que se convierte en mágica en una noche de verano, justo cuando se pone el sol.
Como siempre, disfruta el camino de vuelta y recuerda que cuando cambia la perspectiva, todo cambia.